26.7.14

la imagen de la ciudad


hace varias semanas, meses quizás,  varios camiones con el logotipo oficial de la ciudad de méxico estorbaban el carril izquierdo de división del norte, casi esquina con la avenida emiliano zapata. no estaban haciendo alguna reparación urgente que exigiera cerrar ese carril a una hora de relativo tráfico sino que decoraban el camellón —una vez más. ahora tocaba recubrirlo con corteza de árbol molida, de distintos colores y que tal vez intentaba repetir lo que alguien con poco ojo y mano muy dura habría dibujado tras ver algún jardín o pavimento diseñado por burle marx. en la esquina, sobre un túmulo de corteza, aparecía el logotipo de la ciudad de méxico recién estrenado por la administración de miguel ángel mancera: cdmx, en mayúsculas, las dos primeras en tipografía light y las dos últimas en bold.

la foto aquí arriba muestra que esa decoración no fue muy buena idea. se ha ido borrando, le ha crecido hierba y supongo que exige mayor mantenimiento incluso que si hubieran dejado la grava que antes estaba o si hubieran sembrado pasto. el adorno sólo corre a lo largo de medio camellón, así que tal vez el gasto no fue tan grande. pero, de todos modos, ¿a quién y cómo se le ocurrió hacer esto?

me imagino que algún burócrata de la delegación o del gobierno de la ciudad, con el objetivo de justificar su puesto, matar el tiempo libre y, por qué no, encargarle una obra a algún compadre, tuvo la brillante idea de hacerlo. supongo, por el resultado, que no se investigaron ejemplos similares en otras ciudades para saber cómo funcionaban y qué tan resistentes eran, si realmente era una buena inversión o si resultaría, como parece, un desperdicio. por supuesto, como se ve en la foto, en esa esquina no hay pintados pasos peatonales; hacerlos hubiera sido un gasto mucho más útil —incluso si estuvieran trazados con pintura casera que se borra a la primera lluvia, cual es la costumbre.

por supuesto el problema es que en esta ciudad hay decenas si no es que cientos de funcionarios en las delegaciones y en el gobierno de la ciudad que actúan así: irresponsablemente. la primera ocurrencia que tienen se lleva a cabo sin estudiar nada: ni su utilidad, ni sus costos, ni el mantenimiento que requerirá en un futuro. no importa. la irresponsabilidad no es sólo a priori sino, sobre todo, a posteriori —por eso actúan como lo hacen: saben que si falla no habrá consecuencias.

el problema también se debe a que parece no haber planes a mediano ni largo plazo, ni siquiera para cosas tan simples como qué hacer en un camellón. a alguien se le ocurre que se verá bonito en noviembre poner flor de cempazuchitl y en diciembre de noche buena y que, además, será buen negocio. no importa nada más —como lo demuestra, insisto, la ausencia de pasos peatonales en esa y en miles de esquinas de la ciudad.

pero el peor problema es que si eso pasa en las oficinas de burócratas menores, en las de sus jefes la cosa no mejora: se multiplica. los delegados proponen idioteces con cargo al erario pero sin costo para su futuro político. y más arriba peor. supongo que en el gobierno de miguel angel mancera tienen reuniones semanales con lluvias de ideas para conseguir la ocurrencia más idiota y hacerla pública a la semana siguiente: inventémonos las zodes; traigamos la quinta avenida a polanco; subámosle al metro y luego vemos para qué; arreglemos seis cruces peatonales para transformar la ciudad; pongamos treinta máquinas para hacer sentadillas en el metro y acabar con la obesidad; hagamos un viaducto elevado de tres niveles.

si esas juntas fueran un acto de comedia de monty python o de saturday night live tal vez nos reríamos. pero es la manera como nos gobiernan y no tiene nada que ver con esa boba idea de que somos un país surrealista: es irresponsabilidad mezclada con estupidez y, muchas veces, corrupción. todas esas malas ideas emprendidas, construidas a medias y luego abandonadas nos dan muy poco o nada y nos cuestan mucho a todos menos a los irresponsables responsables de decidir su ejecución.

al fin, la imagen que tienen de la ciudad, del jefe de gobierno al burócrata de escritorio, como la de la foto, se desbarata muy rápido.

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