11.5.12

historias de convenciones



[arriba, maqueta esquemática de nuestra propuesta para el centro de convenciones del g20 en baja california sur. abajo, planta esquemática de nuestra propuesta y planta del centro de convenciones del g20 en baja california sur como apareció en fr-ee.org]


hace tal vez un año nos invitaron a presentar una propuesta para el centro de convenciones en baja california sur. en una semana, sin programa y con pocos datos, tuvimos que prepararla. había prisa. felipe calderón había tenido la ocurrencia de invitar a los miembros del g20 a una reunión en un lugar donde no había ningún edificio adecuado para ese tipo de encuentro. pero aquí todo se puede: nuestra capacidad para improvisar –más cercana a un defecto, pienso–  es proverbial.
no había un programa claro. había un par de terrenos posibles y ningún estudio urbano. el terreno preferido era uno que los dueños venderían parcialmente, guardando la mitad con la esperanza de ver incrementado el valor del mismo tras la construcción del centro de convenciones. teníamos menos de una semana para plantear una estrategia y presentársela a la secretaría de relaciones exteriores.
decidimos plantear una gran estructura regular que casi no tocara el terreno: una plataforma y un techo, esto es, una gran sombra. entre esos dos planos se organizarían los distintos volúmenes de las salas de reunión y auditorios. los servicios estarían bajo el nivel de la plataforma.
presentamos una maqueta volumétrica y un par de láminas al oficial mayor, estábamos a un paso de la canciller. el proyecto le pareció interesante, viable. había que buscar los medios para que se hiciera pues, por la premura, se empezaría lo antes posible. buscar los medios implicaba, por supuesto, buscar los recovecos legales que permitieran hacer un proyecto así. pasaron un par de semanas y nos pidieron que completáramos la información con un estimado de costos y tiempo. nos dijeron que estaban analizando otras propuestas, lo que contradecía el primer planteamiento: que por el poco tiempo disponible no se podía concursar el proyecto. veníamos de haber ganado un concurso convocado por la secretaría de gobernación –el del archivo general de la nación en lecumberri– que se había quedado –y sigue– archivado –ni siquiera fuimos contratados para desarrollar el proyecto, que era el premio establecido en las bases del concurso. así que esperábamos que, si finalmente el proyecto del centro de convenciones iba a concursarse, hubiera al menos bases claras y comunes para todos los concursantes. en la secretaría de relaciones exteriores no tenían idea –o no quisieron decirnos– qué iban a presentar los otros participantes. tampoco nos dijeron quienes eran.
ahí acabó todo. entregamos lo que nos pidieron y jamás tuvimos noticias. tiempo después en el sitio web de fernando romero me encontré con la planta de el centro de convenciones del g20 en baja california sur. supongo él habrá ganado el concurso.
no he visto más de ese proyecto que hoy se comenta en el periódico reforma que la planta. aunque la nuestra era un esquema de una organización, en algo se parece a la que se presentaba en el sitio web de fernando romero. será que usamos lógicas similares, que la solución era evidente, no se.
si se que a nosotros no se nos ocurrió incluir el muro verde más grande del mundo. romper records no es lo nuestro. también se que lo que ahora cuento no se cuenta en público. historias similares las he oído muchas veces contadas por amigos en sobremesas. pero supongo que son las historias que habría que hacer públicas si queremos que, algún día, haya reglas claras sobre cómo y quién hace la arquitectura pública, sobre cuáles deben ser los procesos para organizar, juzgar y llevar a cabo un concurso, sea público y abierto o por invitación. y hay que decirlo sobre todo para dejar de ser cómplices –lo fuimos– de funcionarios, desde secretarios de estado hasta presidentes municipales, para quienes la arquitectura es una excusa –cuando no el pretexto para hacer negocios– y el arquitecto una especie de bufón que, además, cuenta malos chistes.

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