4.1.12

la estela, la historia y la arquitectura



sépanlo: la estela de luz será, en opinión de alonso lujambio –secretario de educación pública y, por enredos administrativos, a cargo de la ejecución de dicha obra–, “una de las piezas más simbólicas de la historia mexicana” y, además, “una de las piezas más emblemáticas de la arquitectura mexicana”.
la arriesgada afirmación del secretario podría ser resultado de un celo excesivo por ejecutar la tarea que le asignaron que lo ciega ante los muchos y documentados errores e incluso faltas –algunas ya juzgadas y sancionadas– en la realización del infausto proyecto. una defensa a ultranza de algo que a muchos –incluido el arquitecto a la cabeza del equipo que hizo el diseño– parece ya indefendible. un intento desesperado por negar la realidad, un intento por hacer que –en una versión perversa del pragmatismo rortyano que toca aquello de repetir una mentira hasta que se convierta en verdad– la descripción continua de un fallo como un éxito termine convenciendo.
para muchos podría ser peor: una desvergüenza o una afrenta abierta a la opinión pública –mala estrategia en tiempos ya casi electorales.
pero tal vez las declaraciones del secretario –cuya inteligencia ha sido elogiada por muchos de quienes no cabe sospechar complacencia– sean de una franqueza que rebasa la interpretación simplista de los párrafos anteriores.
acaso lujambio nos dice, llanamente, que con el retraso de casi 16 meses para terminar un monumento que conmemoraba una fecha precisa, con el escándalo del presupuesto casi triplicado pese a que la obra no se realizó tal y como había sido planteada por sus diseñadores –ni por la calidad de los materiales, ni por el alcance del proyecto, con su plaza y su conexión con chapultepec–, que con las acusaciones de corrupción, de engaño o de mera torpeza y falta de preparación entre los involucrados en la obra, su concepción y su realización, la estela de luz es, literalmente, una de las piezas más simbólicas de la historia mexicana, de una historia en que la falta de compromiso y la incapacidad de cumplir con aquellos asumidos, la corrupción, la ignorancia, el engaño y la hipocresía se erigen como tristes pendones del carácter nacional.
y es también, entonces, una de las piezas más emblemáticas de la arquitectura mexicana por lo mismo, porque muestra cómo en nuestra historia reciente gran parte de la arquitectura hecha por el estado es fruto de la complicidad o del engaño.
entonces, sólo entonces, tal vez alonso lujambio tenga razón: he ahí la estela, pieza simbólica de nuestra historia y emblema de nuestra arquitectura.

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