18.12.11

la mediocridad institucionalizada



estas imágenes que publica hoy reforma podrían tomarse como una curiosidad más de esas que abundan en las ciudades de nuestro país o si, como yo, son de los que gustan de ver el vaso medio vacío –porque, vamos, pagar un vaso de refresco o una copa de vino llena sólo a la mitad de lo que debiera como si estuviera rebosante no lo llamaría yo optimismo–, es un síntoma más de una enfermedad que corroe a este país desde no se hace cuánto tiempo : la mediocridad.
no sólo muestra el cinismo de ica, la constructora que por lo visto supervisa a medias una obra de tamaña envergadura, sino la incompetencia acumulada de un equipo de trabajo, desde la base de la pirámide hasta su cima.
no hay, o no debiera haber disculpa. pero el hecho es que, como país, hemos construido una coartada sicológica a lo mal hecho, a lo burdo, a la mediocridad, pues, como una parte que define nuestra identidad : lo rústico, lo tradicional, cierta versión romántica de lo ingenuo, etc. se podría intentar, supongo, una historia de cómo, especialmente tras la revolución –y en parte como respuesta explicable a la visión eurocéntrica del régimen porfirista–, se prefirió construir el mito de la artesanía mexicana en vez de apostar por la transformación radical de los sistemas de producción de aquellos artesanos. el elogio del plato irregular o de la jarra que chorrea al servir como ejemplos de una tradición artesanal sin par, tuvo como efecto el alejar cada vez más a los productores de aquéllos de los mercados dominantes, y obligó a crear mercados controlados –las tiendas de artesanía de excelencia, por ejemplo– donde sólo algunos pueden obtener ingresos suficientes para una vida digna.
junto al elogio de lo rústico, otra coartada que también hace ya parte de la identidad imaginaria del mexicano es el mito del ingenio. la capacidad de resolver problemas de manera poco o nada convencional. la construcción de ese mito olvidó que esa capacidad de inventar soluciones inéditas es, me parece, consustancial al pensamiento humano y, por otra parte, muchas veces resultado de la pobreza material : uno se las ingenia cuando no hay otra manera –la usual, la adecuada– para salir adelante. más aun, ese mito olvida que el verdadero ingenio no está en la capacidad de resolver problemas viejos, sino en la de plantear problemas nuevos.
el curioso farol que atraviesa el puente es signo, fatalmente, de nuestra negación o, peor, de nuestra incapacidad para asumir una postura crítica ante el mundo.

1 comentario:

Iñigo Ortiz Monasterio dijo...

La imagen es sin duda para Ripley y refleja el valemadrismo institucional, tanto privado como publico. Sin embargo, el vaso medio vacío, el supuesto ingenio mexicano y tantas cosas mas, son mas bien producto de una "revolución" que privilegio a unos cuantos (y perpetuo sus privilegios) y que nos quedo a deber al hacer que todo cambiara para que todo siguiera igual en un ciclo que se repitió 70 años y se volvió a repetir 12 mas en otro color y que promete repetirse hasta el cansancio que no parece llegar.
Mediocridad?, no lo creo, he tenido el privilegio de conocer y reconocer en este país a gente, "mucha gente" muy capaz y talentosa que esta "haciendo cosas" y cosas importantes aunque no sean tan visibles.
En cuanto a las artesanías, también los grandes poderes usaron y abusaron de ellas, lo que no les quito ni un ápice de su belleza y calidad y las supuestas bondades de la producción industrial primero, y de la globalizo después, también han dejado mucho que desear privilegiando a unos cuantos. Por cierto que, sin importar su origen, es raro encontrar en el mercado una jarra que funcione bien.
Saludos