11.9.11

elogio de la indiferencia


lo acepto: sin duda debo ser yo y mi propensión a lo aburrido combinada con mi carencia casi total de imaginación, pero cada vez veo más parecidos entre sí a esos edificios que exhiben orgullosos su diferencia y promulgan una singularidad no se qué tan cierta. e insisto, sin duda es la poca atención continua que soy capaz de prestar a un objeto como un edificio, pero me resulta mucho más fácil encontrar las siete diferencias que valen la pena en una simple cajita discreta en sus detalles, que hacerlo en una obra que a cada esquina –y hay muchas– me exige una admiración sabiamente administrada para que aun pueda sorprenderme el quiebre que viene. y supongo que el edificio de la foto –el museo de arte de tel aviv, de preston scott cohen– no se malo y probablemente al contrario sea bastante bueno. pero al ver la foto no pude evitar pensar que eso ya lo había visto antes –¿será que las cajitas anodinas pero bien resueltas se olvidan antes y, al verlas, parecen algo que no habíamos visto pero que reconocemos?

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