25.7.10

el país de las farsas

en méxico la tragedia es que la historia se repite, una y otra vez, como farsa. la portada del reforma hoy dice que, más tarde y a mayor costo de lo previsto, será inaugurada la nueva sede del senado. parte del sobrecosto, explica josé gonzález morfin, responsable del fideicomiso para su construcción, por la necesidad de comprar terrenos aledaños al del proyecto y que no fueron previstos. supongo que todos quienes entramos al concurso para ese edificio, hace algunos años, nos preguntamos por qué, para un proyecto de tal envergadura pública y cívica, no se disponía de la manzana completa. lo mismo había pasado cuando el concurso de la biblioteca vasconcelos: el sitio se había armado con retazos y, a la mitad, una pequeña construcción de la comisión federal de electricidad –¿o era de la extinta luz y fuerza del centro?– debía ser conservada. el nuevo aeropuerto se propuso en terrenos que no habían sido negociados, generando todo el escándalo de los mártires enmachetados de atenco. la refinería prometida por calderón ha tropezado con los mismos problemas y no será extraño que ocupe un sitio de honor, junto al mentado aereopuerto, en el limbo de los proyectos necesarísimos nunca realizados.
cada una de las escasas veces que hay un concurso para obra pública surgen las mismas dudas: por qué ahí, por qué con ese programa, por qué el terreno no esta definido claramente. en todos esos casos pareciera –pero es sólo una hipótesis sin fundamento– que el gobierno no tuviera control ni entendimiento de los mecanismos necesarios para llevar todos esos proyectos a buen término, empezando por la simple conformación del terreno.
supongo que realizar hoy una obra como los ejes viales de la ciudad de méxico, en los años 70, sería prácticamente imposible –de hecho, una de las justificaciones a los ridículos segundos pisos de lópez obrador fue que no habría necesidad de enredarse en expropiaciones y similares. por supuesto, aclaro, no se trata aquí de nostalgia por el buen gobierno –corrupto pero eficaz– de los años dorados del pri –si la época del profesor como regente de la ciudad fueron años dorados–, pues tampoco el autoritarismo ladino de la dictablanda era totalmente pragmático y eficaz –todos hemos oído de las absurdas curvas en el trazo del periférico, jamás completado, para respetar terrenos de éste o aquél poderoso. más bien pareciera –y de nuevo se trata de otra hipótesis sin fundamento– que la farsa, la ficción de hacer algo y realmente no hacerlo o no hacerlo bien, es parte de la historia de nuestra triste decadencia bisecular. orgullosamente ineptos.

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